Primero tú: lo que nadie te dijo sobre el egoísmo

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Mercurio en exilio: cuando tu voz no cabe en el sistema

A veces, hay planetas que parecen estar “fuera de lugar” en la carta natal. Uno de ellos es Mercurio cuando se encuentra en exilio. ¿Qué significa eso? Que el planeta de la comunicación, del pensamiento, de las ideas, está en un signo donde no se siente cómodo, donde sus herramientas no funcionan como está acostumbrado. Es como si hablaras un idioma que nadie entiende. O como si pensaras distinto y todo el mundo te mirara raro.

Pero… ¿y si eso no fuera un problema, sino una señal?

Hoy quiero contarte qué Mercurio cuando está en exilio no está débil. ¡Está en revolución!

Y para explicarlo, te traigo un ejemplo poderoso: Ayn Rand, una mujer que también estuvo “en exilio” —literalmente.

Ayn Rand nació en Rusia, en un sistema comunista que no le daba espacio a su forma de pensar. No solo no tenía la libertad para expresar lo que sentía, sino que tampoco podía pensar libremente. Por ello decidió marcharse de su tierra natal. Se fue al otro lado del mundo, a Estados Unidos, para poder escribir, hablar, y provocar con su filosofía basada en una palabra que muchos consideran negativa: Egoísmo.

Pero para ella, el egoísmo no era un signo de desprecio hacia el otro. Era simplemente atreverse a vivir desde el propio centro, sin sacrificarse todo el tiempo por los demás, sin anularse para encajar. Y eso incomoda, claro. Decir “yo primero” en una cultura que te aplaude por desaparecerte por el otro… es revolucionario. ¿Te suena?

Cuando Mercurio está en exilio… te sientes igual

Mercurio en exilio se parece mucho a eso. Es como ser ese niño en el salón que hace preguntas que incomodan. O esa adulta que tiene ideas que nadie quiere escuchar. No es que no tengas voz, sino que sientes que tu voz no encaja en el molde. Como Ayn Rand, necesitas salirte del sistema para poder pensar en paz.

¿Y el egoísmo? ¿De verdad es tan malo?

La palabra “egoísmo” viene del latín ego, o sea, “yo”. Y el “altruismo” viene de alter, “el otro”. Nos enseñaron que ser buenos es olvidarnos del “yo” y vivir para “los otros”. Pero ¿qué pasa cuando ese sacrificio se vuelve constante, silencioso y nos apaga por dentro?

Yo lo veo todo el tiempo en mis sesiones: personas que han perdido su voz por querer ser todo para todos. Personas con un Mercurio apagado y pidiendo permiso para existir.

Y te digo esto: el ego no es el problema. El problema es cuando lo usamos para defender máscaras, no verdades. Pero un ego alineado, sano, que sabe quién es y no se disculpa por existir… ese ego es medicina.

Tu Mercurio, aunque esté exiliado, tiene algo que decir

Volvamos al símbolo: un Mercurio en exilio no es limitado. Es distinto. No sigue las reglas, no habla como los demás, no aprende de la manera que se espera. Pero cuando se acepta, así como es, se vuelve un maestro de su propio lenguaje.

Así como Ayn Rand no esperó permiso para publicar sus ideas, un Mercurio en exilio no necesita validación externa. Solo necesita espacio. Libertad. Y, sobre todo, la decisión de no callarse más.

Ayn Rand lo dijo con claridad:

“Solo el hombre que es plenamente capaz de vivir por sí mismo es capaz de vivir para los demás.”

No se trata de cerrarte al otro, ni de convertirte en una isla. Se trata de llenarte primero, de conocerte, de afirmarte, para que lo que puedas dar no venga del vacío ni del sacrificio, sino de la abundancia de ser quien eres. Porque el verdadero servicio, el verdadero “altruismo” – si quieres usar esa palabra -, nace cuando ya no necesitas traicionarte para pertenecer.

Visto de esta manera, cabe destacar que la realización personal es fundamental para poder ofrecer algo valioso al mundo y a las personas que nos rodean.

Así como Mercurio en exilio aprende a hablar desde otro lugar, tú también puedes encontrar tu propia voz, incluso (y sobre todo) si no encaja en lo esperado.

Una invitación a la autenticidad radical

Te invito a preguntarte:

¿Cuántas veces has sentido que tenías que suavizar tus ideas para que no molesten?

¿Y si tu forma rara de pensar fuera justamente lo que viniste a traer al mundo?

¿Cuántas veces confundiste la entrega con el olvido de ti?

A veces, para encontrar tu voz… primero tienes que salirte del relato heredado.

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