Permite que los demás sean quienes son… y tú también
La frase “Permite que los demás sean quienes son, y tú también sé, independientemente de lo que ellos sean”. Al leerla suena sencilla, pero profunda. Aplicarla en la vida cotidiana, especialmente en relaciones cercanas con amor, compromiso y expectativas, puede ser un verdadero desafío.
La pareja como espejo y la autenticidad mutua

La pareja es, como se dice, un espejo potentísimo. Lo que esperamos de nuestra pareja, lo que nos molesta o nos decepciona, a menudo refleja nuestras propias expectativas no cumplidas, inseguridades o partes no integradas de nosotros mismos. Tu pareja es un individuo con su propia historia, necesidades, miedos, manías y formas de resolver las cosas. “Permite que sea quien es”, con sus virtudes y defectos, tal como se ha ido formando. Esto no significa resignarse a un maltrato o a la falta de respeto, sino aceptar su esencia.
Así como tú quieres ser aceptada, tu pareja también lo desea; aceptar sus diferencias, ritmos e intereses, incluso si no coinciden con los tuyos, es fundamental.
Revisar tus expectativas es clave. Cuando esperas que tu pareja «sea para vos» de una manera específica —que te entienda siempre, que adivine tus pensamientos, que comparta todos tus intereses, que te apoye incondicionalmente— estás proyectando una expectativa. Pregúntate: ¿de dónde viene esta expectativa? ¿Es realista? ¿La cumplo yo para mi pareja? ¿Es algo aprendido que «debe ser» o una necesidad genuina y comunicable?
La frase te invita a soltar: “Deja que los otros sean que son… y tú también sé”. Significa que tú también tienes derecho a ser tú, con tus necesidades y emociones, sin que tu pareja tenga la obligación de llenar todos tus huecos o cumplir todas tus expectativas.
Comunica tus necesidades, no tus expectativas. En lugar de esperar que tu pareja «adivine», hazlo de forma clara y respetuosa: “Necesito sentirme escuchada cuando te cuento algo” o “Me gustaría que compartiéramos un tiempo de calidad juntos cada semana”. Esto difiere de decir: “Deberías estar más pendiente de mí”.
No es un “haz lo que quieras” sin consecuencias. “Dejar que sea” significa aceptar que tiene derecho a ser diferente, a tener sus hobbies, tiempo a solas o con otros, y opiniones distintas. No necesitas “arreglarlo” ni cambiarlo. Intentar controlar al otro genera resistencia y resentimiento; aceptar su forma de hacer las cosas, mientras no sea perjudicial, es respeto mutuo.
Reconocer y priorizar tus propias necesidades es fundamental. Define tus innegociables, esos límites vitales para tu bienestar y dignidad: respeto mutuo (sin gritos, insultos ni desvalorización), tiempo de calidad juntos, espacio individual, honestidad, apoyo en proyectos personales, entre otros.
Comunica tus necesidades y límites: “Necesito que dediquemos un tiempo a la semana solo para nosotros” o “Para mí es importante tener mi espacio para…”. Actúa en consecuencia si tus innegociables no se respetan, siempre desde la claridad y la responsabilidad. Expresa tus sentimientos usando “yo” en lugar de “tú”: “Yo me siento sola cuando no compartimos tiempo juntos” en lugar de “Tú nunca pasas tiempo conmigo”.
Dejar hacer, pero con límites y acuerdos
Significa encontrar un equilibrio. La aceptación consciente de tu pareja como individuo, junto con la afirmación valiente de tu propio ser y tus necesidades, permite construir una convivencia donde ambos se sientan vistos, respetados y libres para ser, sin perder tu identidad. Comparte tu lista de innegociables y pregunta por los suyos. Hay espacios de flexibilidad, pero los innegociables son la base.
Con los hijos: guía, no control
Tus hijos son seres individuales que descubren su propio camino. La frase se aplica también aquí. Revisa tus expectativas ¿buscas que actúen de determinada manera para su bienestar o para tu tranquilidad? Sé auténtico en tu rol de padre/madre; no se trata de ser perfecto, sino de ofrecer tu ejemplo y apoyo desde la autenticidad. Soltar la necesidad de que los demás se ajusten a tu molde, reconocer la individualidad de cada hijo y fomentar tu propia autenticidad permite una relación más sana.

Acepta la realidad actual, tus hijos adultos pueden no haber alcanzado la independencia esperada. Esto no es resignación, sino reconocimiento honesto. Su camino y ritmo son suyos, y tu rol cambia, ahora eres un adulto que guía desde la distancia, cuida de sí mismo y establece límites saludables.
Tu vida continúa; tienes derecho a tus propios proyectos, descanso y felicidad. La culpa es solo una emoción, no una verdad absoluta; no dejes que paralice tus decisiones. Establece límites claros de apoyo económico, emocional y de convivencia, comunicándolos con calma.
Amistades y equilibrio entre aceptación y autenticidad

Con amigos, puede doler sentir que se alejan o priorizan a otros. La frase invita a aceptar su evolución, no tomarlo personal y soltar la necesidad de control o exclusividad. Reconoce tus necesidades y define tus innegociables. Comunica tus sentimientos con cuidado y cultiva otras amistades; tu bienestar no depende de ser incluido en cada plan.
No tomes todo personalmente. A veces la sensación de «me cambian por otros» viene de nuestra propia inseguridad o de expectativas de exclusividad poco realistas. Soltar la necesidad de control o exclusividad evita frustraciones.
«Y tu también ser» aplicado a ti misma en tus amistades implica reconocer tus propias necesidades de compañía. Cultivar otras amistades también permite diversificar vínculos sin depender de uno solo.
Numerología: la energía 2 y 22
Los números 2 y 22, es una energía dual, asociados a la cooperación, empatía y unión, vivir en automatismo esta energía puede generar dependencia. La tendencia a “acompañar al otro” puede derivar en mimetismo emocional, exceso de empatía, sacrificio del propio estado, dependencia del reconocimiento y miedo al abandono. Vivir “en par” como refugio, sin trabajar primero el “ser”, dificulta la autonomía, y esperar reciprocidad constante genera desbalance.

Abordar esta sombra implica reconocer tu energía sin juzgar, fortalecer tu eje individual, establecer límites sanos, cultivar la auto aceptación, practicar autenticidad y entender que el amor genuino no exige anulación. Así, la conexión con los demás se vuelve equilibrada y empoderadora.
En un estudio numerológico puedes observar qué energías te rigen y cómo las actúas en función de ellas. En el caso del 2, que tiende a polarizarse, hacerlo consciente es el primer paso para cambiar el rumbo hacia uno más saludable para ti mismo. Esta toma de conciencia te permite identificar cuándo tu impulso de acompañar o ceder surge por hábito o por necesidad de aprobación, y no por un deseo genuino que actúa desde tu propio centro.
Me suelo decir a mí misma: “No puedes dejarte en otro que también está en su propio proceso, porque tu autenticidad no depende de cambiar al otro, sino de habitarte plenamente a ti misma.»